viernes, 14 de mayo de 2010

UNA MADRE

No hay amor más grande y puro
que el que una madre nos da,
ni besos con más ternura,
ni abrazos más de verdad.

Ella siempre a nuestro lado
sus consejos nos dará,
y un hombro en el que apoyarnos
cuando algo nos salga mal.

Si el corazón está herido
por una u otra razón,
ella trata de sanarlo
con cariño y comprensión.

Llora con nuestro pesar,
y su risa es de alborozo,
cuando sabe que tenemos
el alma llena de gozo.

En ella no piensa nunca
lo importante son sus hijos,
y con los brazos abiertos
a todos dará cobijo.

Grande ante la adversidad,
siempre fuerte y adelante,
que no sepan los demás
lo que siente en cada instante.

Sus temores y sus miedos
quedarán bien escondidos,
en un rincón de su alma
hasta que llegue el olvido.

Porque su misión aquí
desde que la llaman madre,
es vivir para sus hijos
y eso, no lo cambia nadie.

Paulina Simoes López



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