El corazón de una rosa
y el trino de un ruiseñor,
se unieron para dar paso
a la historia de un amor.
La rosa siempre soñaba
con ser hermosa y feliz,
y resaltar de entre todas
las rosas de aquel jardín.
Un día, por entre las ramas
de un sauce que estaba en flor
vio un ruiseñor que cantaba
como jamás nunca oyó.
Era un canto tan hermoso
que el sol brilló más radiante,
y las aguas del arrollo
callaron por un instante.
La rosa quedó prendada
del apuesto ruiseñor,
que fue a posar su mirada
en aquella linda flor.
A partir de ese momento
se amaron con tal pasión,
que el perfume de la rosa
olía a trinos de amor.
Así fue pasando el tiempo
hasta que ella marchitó,
y aún se siente su fragancia
cuando canta el ruiseñor.
Paulina Simoes López
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